lunes, 15 de octubre de 2018

Invertidos triángulos


Invertidos triángulos de sombra
amores que imantan iguales
cobijan. Saqueadores a instantes
por las pantallas de los móviles
agujerean el monumento,
de lejos infranqueable.
Como gatos de espigones.
Quien sodomiza un beso farfulla
“yo respeto esos encuentros
pero que se escondan”.

Son la masa

Cerrar los ojos y no ver a nadie,
no ver nada que no tengas a tu vera
Y no ver nada diferente a la madera
asediada que no resiste los embistes
constantes y el colmo de cien estrellas.
Hay agua en los oídos
y un aullido a filiar en el horizonte
de todo un mundo que sin cerrar los ojos
mira a otra parte.
Cómo cierras los ojos si al hacerlo dejas de existir
si eres tu propia conciencia de ser un ser aislado,
y resistir. Cómo cierras los ojos para liberarte de este mundo
que en un intento de reconciliar su miedo eterno
cambió los términos: Los bárbaros de antes ahora sois inmigrantes.

Como las estrellas, una masa sin nombres propios.
A la tierra traídos del mar y el espacio,
solitarios y helados, por telescopios.
cala uno acuático y cada uno en soledad,
o se premia con minuto y medio de reportaje
la historia de un inmigrante polar previo a los anuncios
antes de seguir afilándole los dientes a las alambradas.

Si no se abre un nenúfar en el horizonte
se prefiere el ruido de un motor a una gaviota
cuando sobre una viga de sal hundida antes de zarpar
gotas de rocío improvisan que sobreviven separadas
de la marea por una lasca.
La ilusión es relativa, evitar el hongo de espuma
en la boca o astillas bajo las uñas
cuando la costa da la espalda y recoge su mano
gira el costado dando la suya al abismo
sobre una pluma en el océano.
Con la mirada en las estrellas,
como ellas, los trasnochadores
son masa innominada y una estrella
imagina la distancia entre las baldas
por el orden de las cabezas.
Delira deshidratada alguna persona
con faro en las interrupciones
nubosas de la luna y otra testa
sueña con pertenecer al otro plural lejano,
cambiar el vaivén de una ola,
sumatorio de burbujas,
por un centro de gravedad,
la marejada por un par de planetas de agua dulce.
En el espacio no se transmite
el rugido del estómago
ni el llanto en cien idiomas de boca en boca.
Y desde una tabla sueña
una persona con pertenecer
al otro plural lejano porque para quien la vaga
son más distantes las costas que los soles.

Incidencias

nunca estaba en la superior sus sábanas
puestas semanas porque nadie dormía
en la litera de abajo en cambio
alguna vez no llegó al día
por una vejiga con pesadillas
¿puedo dormir contigo? no
déjame dormir contigo acaríciame
la espaldita no puedo tengo que estudiar
no me molesta la luz vale
y vuelvo a la litera acepto el repaso
del sexenio democrático
pero mírala qué dulce sopa
tapándose los ojos desvío
la incidencia de la luz
solo para Amadeo
pero la incidencia de la luz
difracta por debajo de la puerta
y es zarandeo de una leonera
mira la hora que es y despierto
y con la niña yo no sé qué hacer
tú no has hablado con él yo sí
porque a mí no me hace caso
a mí no me escucha tú te crees
que a mí sí tú lo defiendes no
le dices las cosas soy el malo
repaso química con ellos
la división del núcleo desencadeno
una reacción en cadena
de sinsentidos imparable
la retahíla que no origina
energía la pierden por las fauces
es la fisión de la cama
es la incidencia por la luz
sin otra relevancia más que
su pelo suave superficie
de estrella congelada
su paz su pelo la litera
despegarte de mi lado
de esta historia de historia
y química estimo tener
que despegarte de mi lado
en las noches de incidencias
de
por
la luz

Rutina



El piano salmón intenta remontar
al ruido río del motor del abutobús
y mientras en la victoria del placer
la obsesión mata neuronas en mi oído.
Corro a casa para despedir con un beso
al turno de noche, este mes los impares.
Corro a casa para verle y no sólo acordarme
en la cena con la empanada que dejó hecha,
exquisita como siempre
pero por dejadez no lo digo
porque la rutina cansada
Agota y ya habrá otra vez.
En la taquilla o en el armario
la ilusión doblada bajo las batas.
Y si el azúcar me sabe a poco
subo a glutamato
o subo el sonido de los cascos
porque no me voy a quedar sordo.
Y si el pitido en los oídos
no me deja dormir
disponible el tomar medio trankimazin.
En la rutina una solución global,
seguir como si nada.

En la arena

En la arena aplastada,
cerca de la orilla
apoyados sobre estómagos titánicos
como pangeas los dos hermanos
construyen montones de almas
de arena con sus manos,
cuádrigas de falanges.
Con arena y sudor aprietan
las palmas y forman caracolas
de fango e infunden la vida que ha viajado
del mundo de los humanos
al suyo mientras erran en sueños.
Es el viento el que las desvanece
y devuelve de nuevo al alba.
Es siempre el siroco
quien desvanece la gasa
de retorno a sus cuerpos.
Pero Tánatos, todo pasión,
más veloz que las corrientes,
las tumba como venciendo
halos de humo, el aquí
y en otro mundo cavan una tumba.
Hipnos, nada sin ritmo,
el que piensa antes,
compasivo deja erosionar
sus creaciones.
Perdona el viaje mientras
de algún montón nace
un escarabajo, estuche de alas
o raya de sol en oasis negro,
escalador de costra pegada al continente
por el calor titánico, la marea
está lejana todavía. Lo aparta
con facilidad y ríe, nada
que nazca de las almas humanas
escalará jamás a los gestos de Hipnos.
Escarabajo humano confunde pozos.
La marea escala y el juego termina.
Sobre el mar se vuelven colosos y duermen.
Muy lejos millones despiertan
menos los desafortunados montones de la muerte.

La Papona

Hay suelos levantados por raíces.
Otras veces lo levantan como si fuesen
pequeños Atlas los gallos que pelean
con los ogros en un calabozo ilegal.
En mi cabeza ¿Cuanto más hombre?
cuanto más avanzo viviendo
desfiguro su suelo santo
y me es menos liso,
más caparazón de tortuga
pero piano piano.
En especial, dentro de su casa
irregular era incluso el suelo plano,
ella siempre acariciando
con la mano en la pared. Ahora sé
que era a causa de infartos
lacunares de repetición
como sabotajes en la memoria
y en la cualidad de una mente.
Pero mantenía su ser
porque reconocía a sus nietos.
Y en la amatista labial y sonora
de nuestras mejillas
se reconoce a su persona.
La atmósfera de puchero
santo olor, era ozono
de asfixia a la única inquilina
encerrada en una olla
de protección oficial.

Activado el protocolo

Activado el protocolo a mediodía.
Hola – crudeza de garganta agrietada
que no rompe ante enfermería – buenas noches
eres el último – por contener el aire demasiado tiempo
acaba haciendo más ruido – qué número de guante tienes –
que el que busca evitar – ponme un siete

Es un ídolo dormido soberano del polvo
a quien di los buenos días hace dos días por última vez
en la cafetería antes de entrar,
ahora tumbado en un quirófano sin anestesista.

Nacemos con dos dracmas para el barquero.

Usted, que puede ver de forma extracorpórea
este contrarreloj para cumplir los tiempos,
no mire a través del campo estéril,
no mire a partir de su cuello el turno de los médicos,
el desorden de su abdomen,
la cadena de lamentos.
Mire al partir las reverencias niponas
al héroe y la honra que cristaliza dentro
de ella manando lágrimas de sangre caliente asintiendo
con un aplomo sereno ante desprenderse
de la vida cuando ya sin vida sigue teniendo valor.
Si vuelve a mirarse recuérdese a sí mismo
y no al mismo espectáculo
que hace tres mil años
con otros objetivos y variaciones de la técnica.

Pómulo, bisturí, frente y ambiente.
En el quirófano de escarcha menos por mis yemas
intento no apoyarme sobre nada
para ser menos consciente de que en parte
está presente y es usted. En estos casos
la visión del órgano como el todo
y olvidarme del organismo
ayuda a no contaminar nada
con lágrimas de cirujano.

La despedida es la sutileza
de ocultar la desfiguración
cuando ya se han ido todos volando
bajo aspas, como si llevasen ascuas en las manos
a sus hospitales y ya no queda nadie
ya no queda ni usted mismo.

Oculta bajo un campo verde
la Tau terrenal de su tronco.
Soy el último en cabalgar con riendas de sutura
por la desesperación de parecer
que ninguno estuvimos aquí,
que le encuentren recién dormido.


Después de callar la ceniza a las retinas
bajo los velos de piel inmóvil
al migrar el fulgor de vida a las transparencias
lavo con suero real el yodo, la sangre,
las aguas de su rostro
como una unción para el adiós.
En cierto sentido yo le vi llorar por última vez
cuando al atar cabos los escondí entre pestañas
para contener las aguas derramadas
de su rostro, llanto intempestivo
ante posibles últimas despedidas.

En cierto sentido yo le vi llorar por última vez
en la soledad de un quirófano sin anestesista
donde no queda nadie, ya no queda ni usted mismo.
Caronte recoge las dos monedas de sus ojos
y hay trato otorgando un pasaje en la barca solar
para todas las eternidades posibles.
Hay una surcada de la que soy consciente:
Ninguno con su hazaña presente beberemos del Leteo.
Los océanos del recuerdo ampliaron sus mapas
a los mares que son reminiscencias
de quien admira o de quien vuelve a ver.
De la inasible sólo tengo la certeza
de que si existe sea cual sea
el puente en tierra usted navega
por el canal principal hacia la Atlántida eterna.

Invertidos triángulos

Invertidos triángulos de sombra amores que imantan iguales cobijan. Saqueadores a instantes por las pantallas de los móviles agujerean ...