lunes, 15 de octubre de 2018

En la arena

En la arena aplastada,
cerca de la orilla
apoyados sobre estómagos titánicos
como pangeas los dos hermanos
construyen montones de almas
de arena con sus manos,
cuádrigas de falanges.
Con arena y sudor aprietan
las palmas y forman caracolas
de fango e infunden la vida que ha viajado
del mundo de los humanos
al suyo mientras erran en sueños.
Es el viento el que las desvanece
y devuelve de nuevo al alba.
Es siempre el siroco
quien desvanece la gasa
de retorno a sus cuerpos.
Pero Tánatos, todo pasión,
más veloz que las corrientes,
las tumba como venciendo
halos de humo, el aquí
y en otro mundo cavan una tumba.
Hipnos, nada sin ritmo,
el que piensa antes,
compasivo deja erosionar
sus creaciones.
Perdona el viaje mientras
de algún montón nace
un escarabajo, estuche de alas
o raya de sol en oasis negro,
escalador de costra pegada al continente
por el calor titánico, la marea
está lejana todavía. Lo aparta
con facilidad y ríe, nada
que nazca de las almas humanas
escalará jamás a los gestos de Hipnos.
Escarabajo humano confunde pozos.
La marea escala y el juego termina.
Sobre el mar se vuelven colosos y duermen.
Muy lejos millones despiertan
menos los desafortunados montones de la muerte.

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