viernes, 8 de enero de 2010

Los Abstraídos (primavera 2009)

No puedo pintar palabras si mis manos son las de las siluetas sin voz que me atormentan. Nomas melancólicas que hielan la claridad de la mente, marcando sin ningún ritmo una voz de eco en los guiones del futuro. Porque sólo hay dos ideas en Nuestra Copa. Recuerdos. Y pensamientos, que aletean por el claroscuro como la sustancia que se extiende, sube, se expande, baja, gira, retorciéndose… sintiendo lo que descubren las manos, lo que gozan los ojos. La impresión de un sonido. Dolor o los colores. Esa masa que no existe en el sueño racional es la que controla cada músculo, rigiendo a elección de las ambiciones o el compromiso. La que anima la vida. Caliente como una nebulosa azul, que se destruye a sí misma en sus entrañas y se crea al mismo tiempo, entre exhalaciones de luz que emanan desde su centro y escapan de la esfera oscura llegando a ocupar el cuerpo. No hay más Dios que ese. Pero está encerrado entre paredes, enterrado, oculto entre cúmulos de recuerdos, que son fríos, filones cristalinos. No sienten pero reflejan la imagen de la nube celeste, y le contagian soportar y sufrir el pasado, que la hiela, la congela y contrae su impulso vitalista, con cada suspiro un paso atrás, hasta que la convierten en una enana blanca y latente. Y dejan pasar el la luz del día para ella y mi figura, que se congela dinámicamente, moviéndose sin sentido en la corriente del tiempo, con las manos convertidas en mazas de hierro y sin el hilo transparente que amarre la coherencia, riendas paralizadas, descubriéndose después de todo como desperdicio inútil, y que después de días de letargo, cuando avive el deseo del abierto albo del espíritu circular, volviendo a pluma en mano, se funden y se elevan, convirtiéndose en los recuerdos que encerrarán la energía de los pensamientos que aún no existen ni vagan por el vacío, tan oscuro y que están condenadas por la sombra de los recuerdos. Los más libres y abstractos se convierten en una roca dura que acecha lo que fueron en un pasado, devorándose a sí mismos una y otra vez, infinito, incesante.

Invertidos triángulos

Invertidos triángulos de sombra amores que imantan iguales cobijan. Saqueadores a instantes por las pantallas de los móviles agujerean ...